miércoles, 3 de noviembre de 2010

LOS DERECHOS HUMANOS Y EL ESTADO MODERNO

Un tema que llamó mi atención fue el de los derechos humanos, comenzando por su definición debido a que lo usual es señalar en qué consisten o cuáles son, pero no definirlos.

La palabra “derecho” se refiere a varias cosas, entre ellas, dos: “derecho objetivo”, conjunto de normas con distinto contenido en las diversas sociedades y “derecho subjetivo”, las “facultades” (norma permisiva) que “el estado” otorga a “los ciudadanos”.

El derecho subjetivo es una técnica discursiva estratégica, no necesaria para escribir el derecho, ni para describirlo en una ciencia jurídica. Esta técnica lingüística de los derechos humanos es propia de lo moderno del derecho moderno. Ni el latín, ni el griego tienen palabra para decir lo que llamamos derecho subjetivo; ni el medievo disponía de tal concepto. No existe referente de su expresión, ni objeto material al que le conviniera tal signo.

La forma como el derecho moderno consigue la reproducción social, la reproducción de las relaciones mercantiles capitalistas, es atacando las conductas indebidas (antimercantiles) y, promoviendo las debidas (mercantiles). Las primeras conductas son juzgadas y sancionadas por individuos funcionalmente diferentes.

En esta estrategia discursiva, los seres humanos con convertidos en ciudadanos, a quienes el discurso del derecho les “otorga derechos subjetivos” y a su vez convierte al ciudadano en vigilante y defensor de su interés individual. Si quiere hablar con los funcionarios públicos, lo hace a través de la ficción “representación” y su mediatización a través de otra ficción llamada estado, la cual sólo existe en la voz de los funcionarios públicos. El derecho humano se reduce a ir al Estado, convirtiéndose en súbdito y mientras mayor sea la cultura jurídica, mayor garantía de que los miembros de la sociedad civil se convertirán en ciudadanos acusadores.

Los derechos humanos son la expresión discursiva de las aspiraciones y deseos de los individuos, cuya satisfacción no está dispuesta a producir el orden capitalista.

Un efecto de esta estrategia discursiva consiste en que los detentores de la riqueza social, están ocultos, cuya eficacia se mide por la dificultad con que los oprimidos identifican a sus verdaderos enemigos, en sí, quienes controlan el poder. El Estado ha dejado de ser mediador al dejar su patrimonio en manos de los dueños del capital. Entonces, la auténtica violadora de los derechos humanos es la clase dominante.

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